Me encanta pensar al Yoga como un cuerpo de conocimiento que, si bien es dinámico, está sostenido por una enorme sabiduría, por una pila de años de estudio de hombres y mujeres con el único objeto de entender ser humano (en toda su complejidad y profundidad) y por los muchos maestros que aportan o aportaron su visión y su quehacer a la causa. Me cobija refugiarme en ese saber.
No es tan fácil dar con estudiosos del cuerpo filosófico del Yoga en su forma mas pura hoy día, hemos de reconocerlo. Pero, afortunadamente, los hay. Acercarse a ellos es como recibir la fragancia de una flor: dulce, suave y verdadero.
Hace unos años asistí a un encuentro de práctica con Stephane Lalo. Stephane es un maestro senior del método Iyengar. Pasó toda su vida dedicado al estudio, la práctica y el entendimiento de esta tradición, guiado por BKS Iyengar.
Si bien el evento estaba destinado al estudio del asana, se percibía un entorno seguro y sereno, cierta hondura en las palabras, cierta calma (esa que solo otorga la experiencia) aun en lo no dicho.
Cada minuto valió la pena. Pero hubo una mañana en la que explicó algo que me hizo vibrar (¿tuvieron alguna vez esa sensación de que te están diciendo una verdad revelada y prestás toda la atención posible para retenerlo?, bueno, así). Antes de comenzar con práctica, el maestro explicó que había tres requisitos imprescindibles que deberían estar en partes iguales para una práctica de yoga completa y honesta: viveka, shakti y bhakti.
Viveka: el discernimiento. Ser capaces de preguntarnos: ¿Cómo está mi cuerpo? ¿Qué tan inquieta está mi mente? ¿Qué la inquieta?¿Qué me hace bien? ¿Qué no? ¿A qué le temo? ¿Cómo respondo al temor? Es un darse cuenta íntimo, silencioso y personal, que no se adquiere en grupo ni por conversarlo con otros. Tampoco leyendo libros, coleccionando títulos, ni lo vas a encontrar en google. Es una experiencia que sucederá si nos abocamos a ello con sinceridad.
Shakti: deriva de la raíz sánscrita sak que significa poder o hacer. La reconocemos en la práctica a través de la fuerza de voluntad, la pasión, la energía y el movimiento. La fuerza de voluntad debe ser cultivada, desarrollada si en realidad pretendemos evolucionar a través de esta disciplina.
Bhakti: viene de la raíz sánscrita “bhaj” que significa “participar, compartir, formar parte de”. Se refleja en la devoción, la entrega, la rendición de la que somos capaces en la práctica. Se trata de experimentar cada respiración, cada asana como una plegaria, una ofrenda. Entregar la expectativa, el logro, el intento.
- Una práctica con viveka, pero sin shakthi ni bhakti es una práctica SECA.
- Una práctica con Shakti, pero sin viveka ni bhakti, se vuelve SUPERFLUA.
- Una práctica con bhakti, pero sin shakti ni viveka, será una práctica DÉBIL.
Hay tres requisitos imprescindibles que deben estar en partes iguales para que una práctica de yoga sea completa y honesta: viveka, shakti y bhakti.
No siempre tendremos todos los ingredientes en la alacena. Habrá días en que se nos va la mano con alguno, es que éste es un trabajo artesanal y humano. Pero ese día en que los tres están presentes deja una huella imborrable que alimenta al fuego de la práctica y nos ayuda a seguir dando pasos en esta senda, maravillosa y llena de misterio, hacia uno mismo.
Así que te invito a la reflexión y que te animes a preguntarte: ¿Cómo vienen tus prácticas? ¿Falta algún ingrediente? ¿Sobra mucho de otro? ¿Qué te hace volver día tras día al mat?