En algún momento de la vida la ansiedad tocará nuestra puerta, eso es seguro.
De hecho hoy mismo, mientras estamos en cuarentena, saliendo poco y pensando mucho, los golpes son más frecuentes e intensos. Sobra la incertidumbre: cómo será el mundo después de esto, cuál será el panorama laboral, cuándo nos vamos a poder reunir otra vez con nuestros seres queridos, qué decisiones tomaremos de cara a un escenario completamente desconocido.
Entendamos algo: la ansiedad, esa visitante inesperada, no tiene malas intenciones. De hecho, cumple con una función de supervivencia cuando está dentro de cierto rango de intensidad.
El verdadero problema se instala cuando se va de control y patea la puerta hasta derribarla, pasando a ser el centro de la vida. Entonces se desata un efecto dominó. La última ficha, ya lo sabrás, es el deterioro de la salud general: aparece el insomnio, quizá palpitaciones en algún momento aislado del día, mareos, pensamientos que no paran, respiración entrecortada o superficial, etc. Nadie puede llevar una vida medianamente normal, ni mucho menos “sentirse bien” con toda esa carga sobre sus hombros.
Entendamos algo: la ansiedad, esa visitante inesperada, no tiene malas intenciones. De hecho, cumple con una función de supervivencia cuando está dentro de cierto rango de intensidad.
Al ser una problemática que afecta seriamente a muchos actualmente, se la estudia minuciosamente. Uno de los tantos estudios se realizó en Alemania observando mujeres con altos niveles de ansiedad, dividiéndolas en dos grupos: el primero asistió a un programa de yoga (método Iyengar) durante tres meses, dos veces a la semana, el segundo no.
Las mujeres que tomaron clases mostraron significativas mejoras en la percepción del estrés, la ansiedad, el bienestar, la energía la fatiga y la depresión. Por otro lado, el cortisol en saliva (la hormona del estrés) disminuía marcadamente al finalizar la clase de Yoga.
Herramientas del Yoga
Las herramientas de las que el Yoga se vale, vienen de fábrica. Necesitás un cuerpo (el que tengas va a ser útil), una respiración constante (no te preocupes, eso ocurre sin que tengas que hacer casi nada) y tu conciencia testigo (¡acá te quiero ver!). Los accesorios externos son ayuditas, lo primordial ya lo tenés con vos.
“La práctica de asanas y pranayama es la terapia más natural para reducir los niveles de ansiedad. La relajación sola no alcanza para contrarrestar sus efectos negativos. La regularidad de la práctica de asanas, junto con una dieta y un estilo de vida sanos, ayuda a generar enormes cantidades de energía en el cuerpo, lo cual estimula las células y relaja los músculos en tensión”, dice B.K.S Iyengar en Yoga, el sendero hacia la salud holística.
La práctica de asanas y pranayama es la terapia más natural para reducir los niveles de ansiedad. La relajación sola no alcanza para contrarrestar los efectos negativos de la ansiedad.
A grandes rasgos, a la práctica de asanas se la puede dividir en dos tipos: activa y pasiva. Cuando la práctica es pasiva la utilización de props o elementos de ayuda es importante para calmar la mente, y cultivar la paciencia y la resistencia.
La práctica activa es más enérgica y desarrollamos posturas clásicas sin tanto uso de elementos.
Saber equilibrar estos dos polos en las yogasanas es el arte en el que debemos desarrollarnos para dar pasos seguros en el estudio. Escucha atenta y calma de artesano.
Cuando la práctica es pasiva la utilización de props o elementos de ayuda es importante para calmar la mente, y cultivar la paciencia y la resistencia. La práctica activa es más enérgica y desarrollamos posturas clásicas sin tanto uso de elementos.
La que sigue es parte de una secuencia diseñada especialmente por B.K.S Iyengar para atenuar los efectos de la ansiedad. Trabaja sobre el sistema nervioso y las glándulas endocrinas, fomentando la calma de los nervios, lentificando el ritmo cardio-respiratorio y tranquilizando el cuerpo y la mente estresados.